sábado, 15 de octubre de 2016

Medusas


Me gustan las medusas. Viven suspendidas en el agua durante toda su vida. Es una maquinaria frágil y hermosa, tierna y delicada, pero a la vez vital y violenta: podrían matarte. Están a merced de las mareas pero imponen una sutil resistencia: se desplazan por medio de la propulsión con chorros de agua, se contraen y expulsan el agua desde el interior de sus cuerpos. Qué bonita metáfora, convierten su entorno en movimiento. Es precisamente de eso de lo que llevo hablando todo este tiempo. Hay pocas cosas en la naturaleza tan simples y tan complejas como las medusas, pero en realidad ese sencillo mecanismo es la base de la vida, todo lo que existe repite el arquetipo. Las medusas esconden también un hermoso secreto: su morfología es extremadamente simple, como una bolsa de basura vacía, pero sus patrones de movimiento no han sido descifrados por la ciencia, porque no solamente avanzan con su propulsión a chorro, sino que crean complejos vórtices en forma de anillo durante su movimiento. No tienen cerebro, sangre o sistema nervioso. Sus sentidos son primitivos y consisten de una red neuronal sencilla: ojos que pueden diferenciar la luz y la oscuridad y unas cavidades sensoriales que les permiten identificar presas potenciales. Es decir, no tienen cerebro y tampoco corazón. Así es como en realidad somos nosotros. Tú también.
          
Ignacio Gutiérrez Torrejón 

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